Recuerdo entre sueños, cual suave murmullo, mi nombre invocar. Susurros distantes, palabras sin aire, tus voces calladas llamándome a amar.
Recuerdo me llama, saltando en mi cama, deseando, excitado, que lo deje vivir. Entonces le cuento, llorando entre ruegos, que lejos te has ido, que no estás más aquí.
Se va por instantes, mas luego regresa, despierta mi calma y la pone a temblar. Me deja dormido, me ataca entre sueños, quizá presintiendo que ahí aún estás.
Recuerdo entre sueños me grita, palabras escritas que intento plasmar. Recuerdo se acaba, se agota, reclama, perece dormido en un lejano lugar.
Susurra a mi pecho la suave tersura de tu piel al dormir; susurra a mi espalda tus ávidas manos, rogando caricias que están por venir.
Recuerdo se embriaga, me mata, me sana; me hace sentir. Tus caricias distantes, tocando mi pecho, me hacen dormir; tus palabras ahogadas, besando mi boca, tocando mi espalda, rogando por mí. Me embriaga en mis sueños, me saca de ellos, constante, incesante, de no estar aquí.
Trata, con ello, de dar vida a su lecho, que, lento e incansable, desaparece y se va; viviendo entre sombras de aquellos momentos, pidiendo entre sueños que te invite a mi lecho y reviva la historia que vida le da.
Me muestra tu pecho punzante, tu aliento sin aire, ensueño despierto de intenso fulgor. Me obliga a quererte, me obliga a vivirte, viviendo entre sueños el más puro amor. Me sella tus besos, me hace perderme, me hace rogarte que no lo dejes morir.
Te pide, te ruego, le des más recuerdos para que pueda vivir.
Recuerda: Recuerdo no quiere morir.
