Escribo esperando tocar en tu corazón fibras íntimas de tu ser; lo hago con intenso deseo, esperando a ver si decides volver.
Te escribo para que sepas, con este recuerdo avivado, remarcando con fuego, papel y deseo, nuestra historia pequeña, repleta de instantes, sórdido anuncio de lo que (dices) ya no será.
Te cuento, entre llantos y risas, entre calmas y prisas, mi versión de los hechos, mis ruegos desechos, de aquello que (dices) ya no será; a menos que decidas, en tu íntimo seno, dar a esta historia pequeña otro encuentro fugaz.
Te invito a que recuerdes, llamadas constantes de noches en vela de grato charlar, susurros de besos, nadando en tu lecho, ardientes palabras queriendo tocar.
Mis manos etéreas tocaban tu ego, inflando en tu pecho tu diáfano son, de alegres caricias, que, aún sin tocarte, lograban amarte con mi dulce voz.
Caricias que un día pediste con ansia, pediste con sorna y hambre voraz, exigiendo en gemidos que te diera más besos, pidiéndome excesos, anhelos desechos de esta historia fugaz.
Con anhelo te pido y te ruego que me des de nuevo un regreso; pues la ansiedad habita conmigo, pues es mi deseo tocar de nuevo tu ombligo, jugar en ti y contigo en tu cama… Vuelve… Vuelve, pues y restaura mi calma.
Regresa y da a mi alma sosiego, regresa y calma mis anhelos; porque el vacío que en mí has dejado es un mar de prisas y recuerdos anegados. Regresa, dame ese consuelo, regresa, que sin ti la calma no encuentro.
Y es que tu recuerdo es un vorágine de pasión, un vendaval, un huracán que ni descansa ni me deja descansar.
Me hace desear y recordar tus brazos como caricias cubriéndome de bella noche, tu mirada que me hipnotiza, mirada ansiosa, teniendo prisa, sin pudores ni reproches.
Y es que siento tu piel de nácar arropando y desvelando mis sueños, y a tus dulces manos llenando y vaciando mis anhelos. Y es que desbordo mis ansias… Y el día acaba, mi piel te llama… Y ni te has ido ni estás aquí.
Me encuentro solo y deseando que el tiempo termine y la distancia desaparezca, deseando ver de nuevo tus ojos brillar y, en tu mirada y en ti, perder la cordura.
Me encuentro deseando el pasado, envidia presente, recuerdos efímeros que me hacen vibrar. Me encuentro deseando tus brazos, tu aliento en mi pecho, tu pecho en mi boca, tu infame tersura, tu bella ternura, tus cálidos besos y tu fuego al mirar.
Me encuentro perdido en tu lecho, brincando entre noches, brincando entre sueños, queriendo acabar; no encuentro palabras que describan acaso, el inmenso regalo que me da el recordar.
Deseo que recuerdes, con todo detalle, nuestra historia allá atrás; aquellos sucesos que, aunque fueron fugaces, pequeños fragmentos de etéreos momentos, son constantes anhelos de otra historia pequeña, repleta de besos, fugaces encuentros y un hambre voraz.
Te invito a que recuerdes, mi aliento en tu pecho, mi aroma en tu pelo, mi brío en tu lecho y el intenso calor; quizá así desees, quizá entre sueños, tener otro encuentro, digamos llamarle, encuentro de amor…
…Una no tan velada invitación a recordar.