Imagen del artículo

Ese es mi ruego: que seas feliz.

Cristian Vera

Escritor amateur
marzo 19, 2018

¿De qué hablan los que se aman? ¿No de amarse siempre? Y, a veces, ese siempre es tan breve… Solo queda recordar.

Miro tu foto para confirmar que no fue un sueño, mientras la dulzura de tus labios me recuerda que ya no están, que no podré escucharlos de nuevo, que te he perdido.

Tus voces me susurran desde el papel de la única carta que me escribiste, una carta nacida del dolor de separarnos, de no vernos, de extrañarnos y encontrarnos en cada pliego de papel. Un verso, una canción de amor perdido que se fue, que está ahí, pero que no se puede alcanzar.

Tu carta no la leo más. Sin embargo, no hago otra cosa que imaginar tus dedos escribiendo, doblando el papel, creando cada letra; la aprisiono en mis manos y la llevo en mi pecho mientras camino. ¿Cómo puede acabar si te amo tanto?

Mis dibujos nos extrañan. Se quedó sola quien tocaba la guitarra, se borró la sonrisa de quien llevaba el vestido de novia, se entristeció el chico del mueble; no más rulos, ni sonrisas, ni perfume ni aliento impregnado en papel. Todo se ha ido, evaporado en la distancia que nos obliga.

Mi gato, quien no te conoce, también te extraña, porque eras tú quien me impregnaba de vida para jugar con él y contarle historias. Ahora me muerde esperando jugar y se frustra porque, aunque sangro, ya no hay vida para compartirle.

Solo me queda el recuerdo en este cuerpo inerte, tu carta anidada en mi pecho, tu aroma que se ha ido, vagando en mi memoria; solo un sueño que se secó.

Y, a donde quiera que tú, hermoso sueño, te hayas ido, solo pido a Dios que te cuide y que seas feliz, que seas feliz. Con mis manos raspadas y mis sueños rotos, ese es mi ruego: que seas feliz.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *