Quiero escribirte en mil cuentos, en historias, en novelas que no acaben nunca, donde todo es amor que desgarra, que duele, pero que dura toda la vida. Mas no quiero vivir en un púlpito, donde todo está medido, todo rima, todo encaja. En cambio, quiero ser de esos que no se callan, que se asombran en cualquier parte, que escriben bajo la lluvia mientras lloran por la mujer amada.
Quiero llorarte mucho, reírte mucho; soñarte, inventarte, hacerte mía más allá del papel. Que me odies, que me ames.
Quiero escribirte con tanta intensidad que parezca vivo, que parezca la vida misma; que cuando nos lean, queden atrapados en nuestras páginas; que nos lloren, nos extrañen, nos rueguen que no me dejes para seguirnos queriendo. Contigo quiero ser.
Ser quien has soñado, quien te ha soñado; el de las flores, las serenatas, el que te escuche por horas y no se canse, no se abrume; ese al que fascinas y que se vuelve loco tratando de retratar tus ojos en papel.
Entre letras, pelear por razones tontas y querernos por razones aún más tontas; querernos porque sí, por querernos y ya. Tú, yo, nosotros contra el mundo dentro de páginas que duelen y lloran mientras son leídas con avidez por personas que nos vivieron hace tiempo, aunque solo nos conozcan de cuentos, de historias, de novelas.
El que no deje de escribirte jamás.
Contigo.
